DISCÍPULAS DEL AMOR QUE SOSTIENE
En Lucas 8, 1-3, encontramos un detalle profundamente revelador: Jesús no camina solo en su misión. Junto a los doce apóstoles, hay mujeres que han sido sanadas y liberadas por Él, y que ahora lo siguen, sirviendo con lo que tienen. María Magdalena, Juana, Susana y muchas otras no solo fueron receptoras del amor de Dios, sino que se convirtieron en testigos activas del Reino. Esta escena rompe esquemas sociales y religiosos de la época, mostrando que el seguimiento de Cristo no está reservado a unos pocos, sino abierto a todos los corazones dispuestos a amar, servir y caminar junto a Él.
El Evangelio en Manos de los Invisibles
Hoy, esta Palabra se refleja en miles de rostros que, aunque no siempre están en el centro de atención, sostienen silenciosamente la misión del Evangelio. Son madres que oran por sus hijos, voluntarios que ayudan sin buscar reconocimiento, mujeres y hombres que han sido tocados por Dios y devuelven ese amor sirviendo en comunidades, parroquias, hospitales, cárceles y hogares. En un mundo que valora lo superficial, Dios sigue viendo el valor oculto de quienes aman en lo pequeño, de quienes se entregan con discreción pero con todo el corazón.