El Evangelio de Mateo comienza con una genealogía que, más allá de ser una lista de nombres, es la historia viva de un Dios que se involucra en lo humano. Desde Abraham hasta José, Dios ha ido tejiendo una historia de amor, promesas y esperanza, que culmina en el nacimiento de Jesús, el Mesías. No es casual que se diga que su nombre será Emanuel, que significa "Dios con nosotros", porque ese es el corazón del Evangelio: un Dios que no se queda lejos, sino que se hace carne, se hace niño, se hace uno con su pueblo. Su nacimiento no solo fue el cumplimiento de una profecía, fue el inicio de una nueva humanidad, una donde el cielo toca la tierra.

El Emanuel de hoy

Hoy, aunque hayan pasado siglos desde ese nacimiento, seguimos viendo cómo Dios se manifiesta en medio de nuestras realidades. En cada gesto de amor, en cada acto de justicia, en cada mano tendida al que sufre, se refleja el rostro de Jesús. En un mundo tan marcado por el individualismo, la violencia y la desesperanza, el mensaje de "Dios con nosotros" es más urgente que nunca. Jesús no es una figura del pasado; es una presencia viva que se revela en las familias que luchan unidas, en los jóvenes que apuestan por la fe, en las comunidades que no se rinden ante el dolor.