UN PROFETA EN SU TIERRA
En Lucas 4, 16-30, Jesús regresa a su tierra y lee en la sinagoga un pasaje del profeta Isaías que habla de liberación, sanación y esperanza. Al principio, todos lo admiran, pero cuando Él revela que ese mensaje también está destinado a los marginados y extranjeros, la admiración se transforma en rechazo. Este texto nos confronta con una realidad dura: a veces, el mensaje de Dios no es cómodo ni esperado, porque nos exige salir de nuestros esquemas, romper barreras y aceptar que el amor de Dios es para todos, no solo para quienes creemos que lo “merecen”.
La Palabra frente a la indiferencia del presente
Hoy, también nos cuesta aceptar al “profeta” cuando habla desde dentro de nuestra realidad. Nos resistimos a escuchar cuando la Palabra toca nuestras heridas, desafía nuestras actitudes o nos invita a mirar más allá de nuestras fronteras mentales, religiosas o sociales. Muchos prefieren un evangelio cómodo, adaptado a sus intereses, y rechazan a quien cuestiona, incomoda o denuncia la injusticia.