En Lucas 6, 1-5 vemos a Jesús siendo cuestionado por permitir que sus discípulos arranquen espigas en sábado para saciar su hambre. A los ojos de los fariseos, esto rompía la Ley. Pero Jesús, con una firmeza amorosa, responde que “el Hijo del Hombre es Señor del sábado”. Con esta frase, Él no solo reivindica su autoridad divina, sino que también nos muestra que la ley no debe esclavizar al ser humano, sino estar al servicio de la vida y la compasión. Dios no se complace en el cumplimiento vacío, sino en los corazones sensibles al sufrimiento humano.

Una Sociedad que Juzga Más que Escucha

Hoy, vivimos en un mundo que muchas veces se parece a aquellos fariseos: rápido para juzgar, lento para comprender. Se condena al que rompe una norma, sin preguntarse por su hambre, su dolor o su historia. En redes sociales, en comunidades e incluso en familias, se siguen levantando voces que acusan antes de abrazar. Nos falta la mirada de Jesús, esa que sabe distinguir entre lo legal y lo verdaderamente justo. Esta Palabra se refleja en cada situación donde el amor debería estar por encima de la ley.