SEGUIR A CRISTO CON EL CORAZÓN ENTERO
En Lucas 14, 25-33, Jesús nos presenta una enseñanza que sacude el alma: para ser verdaderamente sus discípulos, debemos estar dispuestos a renunciar a todo, incluso a nuestros afectos más cercanos y posesiones materiales. No se trata de odiar literalmente a nuestra familia o a nosotros mismos, sino de ordenar el amor: poner a Dios por encima de todo. Jesús no busca seguidores a medias, sino corazones decididos, dispuestos a cargar su cruz cada día con firmeza, entrega y confianza. El discipulado no es una emoción pasajera, es una decisión consciente y valiente de vivir como Él vivió.
El Desafío del Evangelio en un Mundo de Superficialidad
Hoy vivimos en una sociedad donde el compromiso se ha vuelto escaso y lo inmediato es más valorado que lo eterno. Muchos dicen seguir a Cristo, pero sin cruz, sin renuncia, sin transformación. La fe se ha diluido en rituales sin contenido o en creencias cómodas que no interpelan el corazón. Lucas 14 se vuelve un espejo incómodo que nos cuestiona: ¿estamos dispuestos a pagar el precio del amor verdadero? ¿O buscamos a Dios solo cuando nos conviene?